Emily Dickinson

Proveniente de una familia profesional burguesa, creció en medio de todas las comodidades y privilegios de una niña de sociedad.

Se educó en el Amherst Academy (1841-1847), escuela fundada por su abuelo, Samuel Fowler Dickinson.

Emily es la segunda hija del matrimonio conformado por Edward Dickinson, jurista renombrado, y Emily Norcross Dickinson. Sus hermanos: Austin, el mayor , abogado, como el padre y Lavinia , la menor, quien al igual que Emily, nunca se casaría y quien, luego de la muerte de su hermana le confiaría la primera edición de sus poemas a Mabel Todd (Todd y Higginson eds; 1890; 1892; 1896).

Emily mantuvo una frágil relación con el mundo, prefirió vivir libre de toda atadura al imperativo social, recluyéndose en su habitación y en su jardín, y desde allí “creó mundos con palabras” como diría alguna vez otra gran poeta estadounidense, Sylvia Plath.

Para conocer el alma humana no hay necesidad de ir tan lejos, sin embargo es intrincado el camino que lleva a “los sótanos del alma”, pero ella era una experta y siempre nos deja impactados con sus filosóficos versos.

Le faltó la compañía, le faltó el amor, pero le sobró el talento y la valentía para no dejarse apabullar por la crítica y dejarlos hablando solos, mientras ella regresaba a su refugio con sus poemas, más fortalecida, y como diría el gran poeta venezolano José Antonio Ramos Sucre, más segura de que “estaba creando una obra inmortal”

Es un gran honor para mí, dedicarle este espacio propio a una de las poetas que más han influido mi pensamiento y conocimiento de la Poesía.

Aquí iré dejando sus poemas y sus cartas, para todo aquel que quiera acercarse a la obra y vida de esta maravillosa poeta que no permitió jamás a “ningún cepo torturar su alma en libertad”.

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