Thomas Wentworth Higginson (1823-1911). Higginson es recordado especialmente debido a la correspondencia que mantuvo con la poetisa Emily Dickinson, de quien era mentor literario. |
junio de 1869
Para T.W. Higginson
Querido amigo.
Una Carta siempre es para mí como la inmortalidad porque es la mente sola sin el
amigo corporal. Endeudados en nuestra conversación a la actitud y al acento, en
el pensamiento parece existir un poder espectral que avanza solo—Quisiera agradecerLe Su gran amabilidad pero nunca intento
levantar las palabras que no puedo sostener—
Viniera
usted a Amherst, tal vez podría yo lograrlo, aunque la Gratitud es la tímida
riqueza de aquellos que nada tienen. Estoy segura de que Usted dice la verdad,
porque los hombres nobles lo hacen, pero sus cartas siempre me sorprenden.—Mi vida
ha sido demasiado simple y austera para turbar a nadie—
Si
«vista por los Ángeles», ciertamente no es mi responsabilidad—
Es
difícil no ser fantasioso en un lugar tan bello, pero las severas enmiendas de
la prueba están permitidas a todos.
Cuando
era Niña recuerdo haber oído aquel pasaje notable y haber preferido el «Poder»,
no sabiendo en aquel tiempo que el «Reino» y la «Gloria» estaban incluidos.
Usted
se dio cuenta de que yo vivo sola—Para un Emigrante, todo País es estéril a
menos que no sea el suyo. Usted es amable al expresar su deseo de verme. Si se
ajustara a su conveniencia venir hasta Amherst yo sería muy feliz, pero no
cruzo la puerta de mi Padre para ir a ninguna Casa o ciudad—
De
nuestros actos más grandes somos ignorantes—
Usted
no se dio cuenta de que salvó mi Vida. Agradecerle en persona ha sido desde
entonces una de mis pocas peticiones—El niño que pide mi flor, «¿Quisiera
Usted?» dice—«Quisiera?» —e igualmente para pedir lo que yo quiero no conozco
otra manera.
¿Excusará
Usted cada cosa que digo, puesto que nadie más me ha enseñado?
Dickinson
Tomado de Emily Dickinson. Los sótanos del alma. Tomo II. Ediciones el
otro el mismo. Universidad de los Andes. Venezuela.