Poemas, cartas, vida y obra de la autora. Un blog bilingüe

de Elizabeth Conte Chassin-Trubert.

miércoles, 22 de agosto de 2012

CARTA A SAMUEL BOWLES (189)


CARTA A SAMUEL BOWLES


 
 Samuel Bowles (1826 - 1878)



Samuel Bowles era muy amigo de Austin y Susan y fue por intermedio de ellos que Emily Dickinson llegó a conocerlo.

Editor del Springfield Daily Republican, desplegó gran energía para que este periódico creciera en número de lectores y calidad. La actividad que esto exigía, juntos con los largos viajes que realizó, fueron responsables del agotamiento físico que sufrió y que por último acabó con su vida.

La correspondencia con Samuel Bowles comienza alrededor del año 1858, en la época en que Emily Dickinson vivió las mayores angustias y sobresaltos interiores. Es durante este tiempo cuando se va fraguando, en las cartas primero y después en los poemas, la producción más intensa, aquella que reflejaba el nacimiento de los “volcanes” dentro de ella. Qué circunstancias causaron tanta conmoción interna, es todavía un misterio. Algunos han querido ver en un amor no correspondido por Bowles o en una infructuosa aspiración a que él publicara sus poemas en el Springfield Republican, una causa de los intensos sentimientos que se pueden encontrar registrados en las cartas de este período.

De las cincuenta cartas dirigidas a los Bowles que nos han llegado una sola está dirigida a él y a su esposa Mary. En efecto, pronto la correspondencia se establece exclusivamente con el “Dear Dr. Sam”, como ella lo llamaba con una especie de respetuoso afecto, no obstante Samuel Bowles fuera casi su coetáneo. Con el pasar del tiempo, en las últimas cartas dirigidas a él que nos han quedado, E.D. llega a llamarlo “Dear Friend”. Y esto es lo que él, en nuestra opinión, era para E.D.: un amigo muy cercano a sus afectos y a su intelecto, alguien con quien podía ser ella misma y expresarse con libertad, con la convicción de ser entendida y comprendida.

Esta cercanía era el supuesto que podía darle a Samuel Bowles la autoridad para cuestionar las actitudes que a veces E.D. tomaba con las personas que iban visitarla y que, sobre todo en los últimos años, abandonaban la casa sin haber tenido la oportunidad de verla y hablar con ella. Recordamos en este sentido la situación que se creó cuando Samuel Bowles viajó especialmente para verla y Emily Dickinson rehusó bajar al salón para encontrarlo. A diferencia de otros visitantes que respetaban su decisión, Samuel Bowles actuó de la manera que se relata en la carta N°515.

Después de la precoz muerte de su amigo, E.D. mantuvo correspondencia con su viuda Mary y con el hijo de Samuel Bowles, quien sucedió al padre en la dirección del periódico.

Escribió también en ese tiempo a Maria Whitney, la mujer que estuvo ligada a Bowles por una larga e íntima amistad y a quien E.D. apreciaba sobremanera, como podemos constatar en las alusiones a ella que se encuentran en algunas de las cartas a las primas Norcross.


189

Para Mr. y Mrs. Samuel Bowles                            alrededor de junio 1858


Queridos Amigos.
         
Siento que vinieran, porque se han ido.
De aquí en adelante, no recogeré ni una Rosa, por miedo a que se marchite o me hiera con sus espinas.
Quisiera que vivieran aquí. Aunque sean casi las nueve, el cielo es alegre y amarillo, y hay una embarcación purpúrea o algo parecido, con la cual un amigo pudiera zarpar. Esta noche se parece a «Jerusalén». Yo creo que Jerusalén debe parecerse al Salón de Sue cuando estábamos allí hablando y riendo y Usted y Mr. Bowles están cerca. Espero que todos nos comportemos de tal manera que podamos llegar a Jerusalén. ¿Cómo están Sus Corazones hoy? Los nuestros están bastante bien. Espero que Su viaje haya sido placentero y haya alegrado a Mrs. Bowles. La Retrospección tal vez los hará regresar algún día.
Ustedes nos encontrarán a todos cerca de la entrada, aunque vengan dentro de cien años, tal como estuvimos ese día.
Si, antes, la puerta del jardín se volviera de «Jaspe», Ustedes no tendrían objeciones que poner, ya que aún estaremos recostados allí, buscándolos con la mirada.
Esta mañana paseé en coche con Austin.
Me enseñó montañas que tocaban el cielo y arroyos que cantaban como Atajacaminos. ¿No fue eso muy gentil de su parte? Yo Se los regalaré porque son míos y «todas las cosas son mías» excepto «Cephas y Apolos» por los que no siento ninguna predilección.
El amor de Vinnie rebosa el mío.

Reciban a                                                                       Emilie.



 [ Escrita en tinta.
La amplia colección de cartas escritas por Samuel Bowles a Austin y Susan Dickinson muestra que su amistad empezó a desarrollarse alrededor de 1858. En ese tiempo una carta escrita en términos amistosos pero no íntimos habla del dolor de Mrs. Bowles por el nacimiento de un niño muerto. La esperanza de que el viaje hubiera «alegrado  Mrs. Bowles» sugiere que la visita a Amherts había sido hecha con ese fin. La época del año es indicada por la puesta del sol a las nueve de la noche. La alusión bíblica al final de la carta está contenida en la Epístola I a los Corintios 3.21-22: «Nadie, pues, se gloríe en los hombres, que todo es vuestro».
         Ésta es la única carta escrita conjuntamente a Mr. y Mrs. Bowles.]



Tomado de “Emily Dickinson, los sótanos del alma”. Tomo II. Sus cartas. Editorial “El otro el mismo”. Universidad de los Andes. Mérida.  Venezuela.


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